El jueves volví al Real.
Sol de justicia sobre la capital. Turistas rubios y pelirrojos. Vaqueros ajustados, zapatos de ante y camisa casi nueva. Última fila del patio de butacas.
Pasado algún minuto de las ocho Lopez Cobos y su mejor batuta entran en el foso. Aplausos. A mi derecha una anciana, saluda muy educada. A la izquierda una joven, mira el libreto.
Comienza el espectáculo. Es el cierre, hay esperanzas pero la sombra de Plácido es alargada. Tenor maravilloso, barítono en su sitio y delicada la soprano, le hubiera gustado al amigo kigo.
Descanso y paseo. Observo. Paseo. Aplico la psicología del ocioso.
Final increible. Más aplausos para Cobos y la mejor orquesta del Real, esperamos que bajo otras manos luzca igual de bien.
Arroz tres delicias congelado y a dormir entre algodones. Mañana será otro día.
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