Cerca de la marisquería una heladería nos ofrece los manjares propios del verano. Y sus mesitas al sol siempre llenas de enamorados que alternan besos con trocitos de helado. Batidos y señoras con los nietos. Perros de raza y señores con sombrero.
Giramos a la izquierda y dos niños juegan a la pelota. La acera se convierte en el campo con mejor césped de Madrid. Dos ancianos sentados en un banco, con boina de verano, hablan de cosas triviales con tono enfadado, luego ríen.
Giramos a la derecha. Un edificio espléndido con una alegórica reja. Subimos las escaleras. No queda en nuestro espíritu ni un ápice del soleado día. Dove sono i bei momenti?
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