Kapital cerró a las tres. Caminaba por las calles de la capital. Solo. Sentía el frío húmedo rozándome la cara. Raimundo es sosegado por la noche, el exceso ministerial y comercial deja lugar a una calle tranquila y con un cierto toque decadente. A las cuatro, tras el vasito de agua me introduzco en mi zoológico, con los elefantes y el perro.
13:45 salgo de casa. Vestimenta habitual. Camino rápido.
14:25 llegada a la cita. Todos encamisados y con zapatos. La Casa de Valencia en Pintor Rosales nos acoge en su seno. Cervecitas en bola y entrantes. Unas paellacas impresionantes y un postre para chuparse los dedos. El trato cordial y muy correcto. Un lugar de película para una comida propia de un guión. Sonrisas, conversaciones y proyectos, todos sobre la mesa. Y es que sin una buena compañía el mejor sitio es ruin. Espero que todos hayamos disfrutado igual.
Saludos desde mi rincón.
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