sábado, 11 de diciembre de 2010

UNA FÁBRICA DE SUEÑOS ROTOS

Son las nueve y media de la noche. El flexo ilumina el escritorio y mis dedos se mimetizan con el teclado. El maestro Rostropovich me guía.

Una larga tarde de Elementos Infinitos, que maravilla. Estaba yo en la biblioteca cuando un instinto irrefrenable me obligó a salir. Paseo al bar, el de siempre. Pido mi café con leche a un camarero no habitual. Normalmente son dominicanas. Son al menos cuatro pero todas parecen compartir procedencia. Bueno, el señor en cuestión no. Me lo sirve. Miro la taza y paladeo. Siento estar desarrollando una adicción real. Muchas veces siento olor a café inexplicablemente. Miró por la ventana, la gente normal va al cine o al teatro o se prepara para la noche. Unas señoras pasean un perrito blanco. Vuelvo a mi taza, que placer. Y pienso. ¿Donde se quedan los sueños?¿Y las decepciones? Un amigo me regaló "Niebla" para un cumpleaños. Recuerdo todavía una frase "¿Y la labor de las generaciones [...], el legado de los tiempos? No hay más que dos legados: el de las ILUSIONES y el de los DESENGAÑOS." Y así es la vida, un juego de altibajos. Pienso que es difícil mantenerse en la cresta de la ola, habrá que tener buen equilibrio, mucha práctica y seguramente una buena tabla. Me siento un patoso. Pago y salgo del bar. Vuelta a mis elementos: hexaedro serendíptico isoparamétrico, vamos un primor de elemento. Me siento lagragiano...

Saludos y a surfear.

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