Pasado mañana tengo examen y el viernes otro. Mi cabeza duele y la garganta también. Llego a casa tras haber perdido media tarde haciendo una no compra de billetes. El día iba hacia abajo, irremediablemente hacia abajo.
Al llegar a casa miro el correo y un vistazo rápido a la prensa. Decido comprobar el resultado de una beca que se supone fallaba en el mes de Diciembre. No tenía esperanzas en que hubiese salido, pensaba que se habría suprimido por la crisis. Abro la página. Listados definitivos. Introduzco el número y como resultado: SUPLENTE. Mierda. Era la única esperanza. Todas las deniegan por el presunto patrimonio familiar (creo que soy el más rico de mi Escuela, diría más, de la Politécnica y empatado con Amancio). Esta beca me la deniegan por tener un 8.38 en cuarto de Caminos y aprobando todas las asignaturas en primera convocatoria y ordinaria. No es suficiente. No soy yo de contar estas cosas y menos de sacar pecho, pero es que la teoría del esfuerzo no siempre funciona. Yo no digo que el resto de mis compañeros de Escuela no se la merezcan más que yo, pero mi nota puede ser ridícula en comparación con el 50% de los alumnos de otras carreras.
Supongo que todo esto son tonterías. Y que lo que importa es el trabajo y no estas cosas barrio-bajeras... Lo que ocurre es que duele, poco, pero duele. Es como si te compran para jugar en un gran club y luego no te sacan al campo, eres un suplente, un suplente de banquillo.
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