No soy hombre de mucho fútbol, aunque en casa haya un póster del Real Madrid con su nueva copa. Pero aun así parece que hay partidos que no te puedes perder. Bueno, quizás sí perder, pero no olvidar. Algunas épocas trato de estar más al tanto de la clasificación, sobre todo porque resulta básico para poder entablar una conversación de parada de autobús (sería un excepto la de la Escuela, allí siempre puedes hablar de cuan difícil era métodos...). Pero vamos, que esas temporadas de inmersión en la pasión más masculina del universo van y vienen.
Y ya situados abrimos el periódico, en papel o digital. Durante los últimos quince días el español de a pié, y quizás debiera decir que el catalán también, se ha visto bombardeado por infinitud de noticias pseudofutbolísticas sobre los partidos de los dos grandes. Que son grandes lo sé hasta yo. Son clásicos. Y nada, una semana de telediarios dedicados en un 80% al tema. Y mientras tanto los soldados de la Guerra de Libia solo son nombrados en la CNN. Sí, las cadenas buenas hablan de eso, aquí ni la pública ni las privadas. Mucho Mou y más Guardi. Y el país ocupado, país o países. Porque yo, que soy un ignorante en casi todo, pero más en fútbol, saqué una fácil conclusión al ver el partido de Copa. Ahí había algo más que deporte. Banderas, palabras cruzadas y, sobre todo, mucho politiqueo. Politiqueo de boina, o mejor dicho, de alpargata. Ahora el portugués nos enseña modales y el de los trajes bonitos habla de la leche merengada. Por favor, con estos líderes solo aprenderemos a combinar traje y zapatos (mirándolo bien quizás sea incluso útil).
Yo me voy preparando para colgar otro póster, pero no sé de que equipo. A los aficionados al balón-pié les deseo una buena velada. A la prensa le deseo un cambio de rumbo. Pero no os preocupéis, veré el partido o me informaré del resultado. Sí, tendré conversación para el ascensor (¡que ironía!).
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