Hoy escucho el concierto de homenaje a Plácido Domingo, me lo han recomendado a las 8:00 de la mañana y eso no se puede obviar.
El otro día tuve otra conversación de esas que te hacen pensar. Un personaje bastante prominente se acercó a saludarme. La verdad es que es un tipo singular y quizás peculiar pero cuando lo conoces un poco sientes su humanidad. Hablamos sobre el esfuerzo y el trabajo. Me indicaba la importancia de la dedicación y de la necesidad de ella para realizar cualquier fin. Para ser bueno, en lo que sea, hace falta dedicar tu esfuerzo y con ello tu vida. Y por ello tus objetivos han de ser adecuados y sobre todo deseados. Una meta no soñada se convierte en pesadilla. Él dijo, lo más importante es la ilusión, la ilusión en todas y cada una de las cosas que uno hace. Y me pareció, en sí mismo, una magnífica máxima y meta. ILUSIÓN en lo que uno tiene por delante. Ahora, no hay que ser muy espabilado para darse cuenta de un vacío en el discurso. Lo difícil es encontrar tus metas y objetivos. Puede que el mundo parezca tan perdido porque los fines se nos hallan ocultos. O quizás falte la ilusión. O quizás las gentes están muertas y prefieren seguir mirando el cielo azul.
Mañana será otro magnífico día de integrales de Duhamel para calcular la respuesta estructural a cargas dinámicas genéricas. Con tantas letras y simbolitos pierdo el Norte y el destino, cual recta sin acimut. Esperamos que la vida nos depare muchas sorpresas y que algún día nos encontremos para merendar en el bar de las dominicanas tras haber desayunado en Venecia. Por el momento seguiremos con Plácido, un ejemplo de triunfo, dedicación e ilusión.
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